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lunes, 15 de abril de 2013

--- Cauca

En la Segunda Edad del Hierro, a partir del 500 a. C., la ciudad de Cauca de los textos clásicos, es una de las ciudades más prósperas del valle del Duero. Tiene entre 6 y 8 mil habitantes, un urbanismo plenamente desarrollado, unos órganos de gobierno independientes, y una economía diversificada (incluyendo el comercio). Es, como el resto de ciudades vacceas, una ciudad-estado dirigida por una aristocracia guerrera, muy potente política y militarmente y, gracias a su particular situación estratégica, fácilmente defendible al encontrarse entre los profundos tajos de los ríos Eresma y Voltoya. Completa esta defensa natural con una potente muralla como señalan los autores latinos.


Pero la ciudad vaccea de Cauca se puede reconocer arqueológicamente como tal desde tiempos anteriores a los de la conquista, pues tras una fase formativa que discurriría entre pleno siglo VI a. C. y mediados del V —en la que ya están presentes las sepulturas de incineración, los primeros objetos de hierro y las cerámicas torneadas, de importación ibérica—, eclosiona en la segunda mitad del siglo V a. C. y comienzos del IV.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos veinte años nos han proporcionado conocimientos relativos al proceso de crecimiento urbano, a su arquitectura doméstica, a las características de alguno de sus viales, a los espacios de talleres, etc., pero sobre todo lo que mejor conocemos es cómo han ido evolucionando físicamente muchos de los útiles y adornos que rodearon la vida de generaciones de vacceos caucenses (recipientes cerámicos, útiles de hueso y de hierro, elementos de adorno personal...)
Sabemos por las fuentes clásicas (Appiano) que Cauca vaccea estuvo protegida por una muralla, a buen seguro construida con adobes, tapial y madera —materiales habituales de las edificaciones domésticas caucenses—, cuyos restos aún están por ser descubiertos. Teniendo en cuenta que las tres cuartas partes del perímetro urbano de Cauca estuvieron definidas por los tajos labrados por los ríos Voltoya y Eresma —que en época vaccea serían menos abruptos que ahora—, la muralla sólo protegería el flanco más vulnerable, el sur-sureste, que es el que enrasa con la meseta. Sería, por tanto, una muralla parcial, no perimetral. En total, el espacio urbano pudo haber alcanzado las 25 ó 26 hectáreas en los siglos II-I a. C., pues si bien durante cierto tiempo sostuvimos la idea de que su extensión no excedería las 18 ó 20 hectáreas, un análisis más ajustado de los espacios periféricos del yacimiento que se han perdido por causa de la erosión, los corrimientos de tierras de los que tenemos constancia histórica y las destrucciones de época medieval y moderna nos obliga a proponer una extensión mayor de la que suponíamos. Puesto que en todos esos cortados son visibles restos de construcciones vacceas superpuestas que, evidentemente, y por seguridad, no estarían al mismo borde de la caída a los cauces fluviales, sino a una distancia prudencial de los mismos, a la extensión que hoy se puede medir en los mapas topográficos hemos de añadir entre cinco y siete hectáreas más. 


 A las dimensiones de Cauca hemos de añadir las tres hectáreas que llegó a alcanzar el "barrio satélite" existente en la meseta del vecino cerro de Cuesta del Mercado, localizado en su extremo occidental concretamente. Y es que al otro lado del Eresma Cauca contó con una aldea aneja que estuvo ocupada de forma permanente desde la Primera Edad del Hierro (fase plena de la cultura del Soto) hasta mediados del siglo I a. C. en que se deshabitó. Quienes residieron en este barrio debieron de tener cierta autonomía respecto al núcleo principal, pues dispuso de sistema propio de protección urbana: un foso que perfectamente se reconoce en las fotografías aéreas e incluso a pie de yacimiento, y es posible que un complemento aéreo construido en materia lígnea, una especie de empalizada, aunque esto último es una suposición que sólo la excavación podría confirmar o desmentir.
De Cauca sabemos que las casas eran de planta rectangular, construidas con adobe, tapial, madera y muy poca piedra, tenían una sola planta, las cubiertas eran de ramajes sobre estructura de madera, las paredes interiores estaban enfoscadas y después encaladas o pintadas de blanco, unos suelos eran de tierra prensada pero otros de placas de barro cocido, ya disponían de rodapiés de barro de sección en cuarto de círculo y contaban con pequeñas construcciones anejas usadas como almacén o despensa. Cauca vaccea era una ciudad de barro y madera, muy vulnerable, por tanto, al fuego, ya que los hogares se situaban dentro del espacio doméstico.