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sábado, 13 de abril de 2013

LOS CASTROS SORIANOS

Sobre el siglo VI hasta  el  IV a.C. llegan a  la Península las invasiones indoeuropeas de gente procedentes de La Galia Belga, en este caso los pelendones.
Durante los comienzos de la Edad del Hierro, encontramos algunas manifestaciones de estos crecientes contactos, como la estatua menhir de Villar del Ala, que paulatinamente van siendo más intensos, llegando principalmente desde el otro lado del Sistema Ibérico, documentado a través de diferentes tipos cerámicos (como los de decoración excisa), asociado a grupos navarro-riojanos-alaveses que en su transterminancia ganadera entran en contacto con estas poblaciones estimulando una trasformación que tendrá como resultado el asentamiento en un territorio fijo. Tradicionalmente este proceso se vio asociado con invasiones “célticas”, es decir a la expansión de los grupos que se incineran en campos de urnas, como los que encontramos ya desde el siglo VII a.C en la llanura aluvial soriana, aunque hoy en día se acepta más la difusión de ideas y modelos sociales que son asimilados por las comunidades locales.
De esta manera, a finales del siglo VII a.C., encontramos los primeros ejemplos de una nueva forma de ocupación del entorno, fija en un territorio, como en Fuensaúco y El Solejón (Hinojosa del Campo), los cuales buscan los cerros elevados con buena comunicación, construyendo viviendas, cabañas circulares, realizadas con materiales efímeros, ramas y barro.
Estas gentes se reúnen en castros o fortificaciones amuralladas típicas de la Edad del Hierro.
Entre ellos establecen la hospitalidad y el aprovechamiento mutuo y conjunto de los terrenos agrícolas parla producción de cereales y la cabaña ganadera.
Normalmente todos los castros son emporios rodeados y protegidos por murallas, los cuales si eran de una tribu u otra iban siendo invadidos, o tal vez por el pacto de hospitum había varias etnias en cada castro o más bien, en cada castro cercano a otro habían etnias de diferentes clases tal como ocurría en el muncdo ibérico, donde convivían todas ellas en poco espacio.