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martes, 23 de abril de 2013

LOS CELTIBEROS

En primer lugar el término celtibérico resulta ser bastante impreciso y acoge, según el contexto en el que se hable, realidades distintas. No se trata sólo de las conocidas discrepancias entre las propias fuentes antiguas, entre las que algunos autores incluyeron a los vacceos dentro de los pueblos celtíberos, si no que, desde el punto de vista arqueológico, se ha venido entendiendo como cultura celtibérica manifestaciones que incluían un área mas extensa que el grupo estricto de pueblos celtibéricos en el sentido más restringido y en ella se incluía igualmente el territorio de los vacceos. Es cierto que ya desde hace tiempo se van detectando particularidades, desde la óptica arqueológica, dentro de los distintos  sectores que componen el área de la cultura celtibérica. Se ha tendido a identificar  estas particularidades con determinados pueblos de los que tenemos constancia a través de las fuentes literarias: vacceos, arévacos, vetones, pero a excepción de algunos elementos concretos, estos elementos no marcan unos límites nítidos –como por otro lado suele ocurrir siempre con los fenómenos culturales-.
Tal es todo el litoral desde las Columnas hasta la frontera entre Iberia y Céltica. El interior, el país por dentro (al Sur) de los Pirineos y del lado Norte de Iberia hasta los Astures- está bordeado principalmente por dos cordilleras. De ellas una corre paralela con la Pyrene empezando por los Cántabros y terminando en el Mar Nuestro. Esta Sierra llaman Idubeda. La otra cordillera va desde el medio (de la costa) hacia el Oeste (Sur) y tuerce hacia el Sur (Oeste) y el litoral que empieza con las Columnas. Esta cordillera en su principio es baja y desnuda atravesando el Campo Espartario, después se junta con la sierra con bosques que está sobre Cartago (Nova) y la región de Malaca. Esta sierra se llama Orospeda. Entre la Pyrene y la Idubeda corre el Ebro, siendo paralelo a ambas sierras y recibiendo sus aguas por los ríos que bajan de allí (de las dos sierras) y por otras aguas. En el Ebro está la ciudad Caesaraugusta y la colonia Celsa, que tiene un paso por un puente de piedra.
Este país está habitado por varias tribus, de las que la más conocida es la de los Iaccetanos. Esta tribu empieza por las estribaciones del Pirineo y se extiende por los llanos (del Ebro) llegando hasta la región de los Ilergetes alrededor de Ilerda y Osca, no lejos del Ebro. Sertorio, después de haber sido expulsado de la Celtiberia, hizo su última guerra en estas ciudades y en Calagurris, ciudad de los Vascones, y en el litoral de Tarraco y Hemeroskopeion, muriendo en Osca. Y más tarde en la región de Ilerda Afranio y Petreyo, los generales de Pompeyo, fueron vencidos por el dios César. Ilerda dista del Ebro, hacia el Oeste, 160 estadios; de Tarraco, hacia el Sur, 460 estadios; de Osca hacia el Norte, 590. Por esta región va la vía que conduce de Tarraco a los últimos Vascones que están junto al Océano con Pompaelo y *Oiasona, la cual está en la costa del Océano. La vía va hasta la frontera misma entre Aquitania e Iberia teniendo una longitud de 2.400 estadios. En el país de los Iaccetanos Sertorio com-batió contra Pompeyo, y más tarde Sexto, hijo de Pompeyo, contra los generales de César. Al Norte de la Iaccetania está la tribu de los Vascones con Pompaelo, lo que significa “ciudad de Pompeyo”.
De los celtíberos mismos, que están divididos en cuatro partes, los más fuertes son los Arévacos, que están hacia el Este y Sur y lindan con los Carpetanos y las fuentes del Tagus. Su ciudad más célebre es Numancia. Los Numantinos enseñaron su valor en la guerra Celtibérica contra los Romanos que duró 20 años. Porque muchos ejércitos fueron aniquilados con sus generales y por último los Numantinos murieron por hambre con excepción de unos pocos que entregaron la ciudad. Por el Este (de Celtiberia) están los Lusones, que igualmente llegan hasta las fuentes del Tagus. A los Arevacos pertenece también Segida y Pallantia. Numancia dista 800 estadios de Caesaraugusta, que según hemos dicho está situada en el Ebro. También Segóbriga es ciudad de los celtíberos y Bílbilis, alrededor de las cuales Metelo y Sertorio combatieron. Polibio describiendo las tribus y ciudades de los Vacceos y celtíberos, nombra entre sus ciudades también a Segeda e Intercatia. Dice Posidonio que Marco Marcelo había logrado en la Celtiberia un tributo de 600 talentos, por lo que resulta que los celtíberos eran numerosos y tenían bastante dinero a pesar de que habitaban un país pobre. Diciendo Polibio que Tiberio Graco tomó 300 de sus “ciudades”, (Posidonio) dice, burlándose de él, que el hombre (Polibio) ha dicho esto para complacer a Graco, llamando a las torres “ciudades”, como es costumbre en las pompas triunfales. Y quizá con esta crítica Posidonio tiene razón. Porque los generales y los historiadores fácilmente se dejan llevar de tales mentiras exagerando sus hazañas, ya que también los que atribuyen a los Iberos más de 1.000 ciudades me parece que han sido llevados a tal mentira llamando las aldeas grandes “ciudades”. Porque ni la naturaleza del país admite muchas ciudades por su pobreza y lejanía y falta de cultura, ni la vida y las hazañas de los habitantes admiten nada de esto con excepción de los habitantes del litoral del Mar Nuestro, siendo salvajes los que viven en aldeas. Tal es la mayor parte de los Iberos. Y hasta las ciudades no alcanzan fácilmente civilización, cuando son más numerosos los que habitan los bosques y hacen daño a sus vecinos.
Casi todos los Iberos, por así decir, combaten como peltastas, armados a la ligera por su bandolerismo, como dijimos de los Lusitanos, usan jabalina, honda y puñal. Con los infantes está mezclada también la caballería, siendo los caballos adiestrados en subir sierras y arrodillarse con facilidad, cuando esto hace falta y se les manda. Produce la Iberia muchos corzos y caballos salvajes. Y hay en algunos sitios lagunas con muchas aves, es decir cisnes y otros pájaros parecidos. Hay también muchas avutardas. En los ríos hay castores, pero su castóreo no tiene la misma calidad como el del Mar Negro, siendo propia al castóreo póntico su importancia medicinal, como sucede también con muchos otros productos. Porque según Posidonio sólo el cobre de Chipre produce la cadmea, el vitriolo azul y el arsénico blanco. Propio de Iberia según Posidonio es tambien que las cornejas ibéricas no son negras y que los caballos de Celtiberia siendo grises cambian tal color si se los lleva a la Hispania exterior. Dice que son parecidos a los de la Parthia, siendo más veloces y de mejor carrera que los demás.
Mapa de Celtiberia
Para Diodoro (5,33), Apiano (Iber.2) y Marcial (4,55), el término «celtíbero» tendría que ver con un grupo mixto, pues consideran que los Celtíberos eran Celtas mezclados con Iberos, si bien para Estrabón (3, 4, 5) prevalecería el primero de estos componentes, como lo confirman las evidencias lingüísticas, onomásticas y arqueológicas. El término habría sido creado por los escritores clásicos para dar nombre a un conjunto de pueblos hostiles hacia Roma, habiéndose sugerido que bien pudiera estar haciendo alusión a los Celtas de Iberia, a pesar de no ser los Celtíberos, como es sabido, los únicos Celtas de la Península.
Aunque para algunos autores actuales el concepto no remite a una unidad étnica, para otros sí se trataría de un grupo de estas características, ya que incorpora entidades de menor categoría, de forma semejante a los Galos o los Iberos. De todos modos, la nómina de pueblos que se incluirían bajo el término genérico de «celtíbero» no está suficientemente aclarada, siendo comúnmente aceptados los Arévacos, Belos, Titos, Lusones y Pelendones, aun cuando otros, como Vacceos, Olcades o, incluso, Carpetanos, puedan ser, asimismo, incluidos entre los mismos.
De acuerdo con esto, la Celtiberia se configura como una región geográfica individualizada, a partir de las fuentes literarias, la epigrafía, la lingüística y la arqueología, en las altas tierras de la Meseta Oriental y la margen derecha del Valle Medio del Ebro, englobando, en líneas generales, la actual provincia de Soria, buena parte de Guadalajara y Cuenca, el sector oriental de Segovia, el sur de Burgos y La Rioja y el occidente de Zaragoza y Teruel, llegando incluso a alcanzar la zona noroccidental de Valencia. El análisis de las etnias tenidas como celtibéricas, y su delimitación mediante las ciudades que se les adscriben, permite determinar unos límites para la Celtiberia que en modo alguno hay que considerar estables. En este sentido pueden valorarse los apelativos que acompañan a ciertas ciudades, haciendo referencia al carácter limítrofe de las mismas, como Segobriga, caput Celtiberiae, en Cuenca, Clunia, Celtiberiae finis, en Burgos, o Contrebia Leucade, caput eius gentis, en La Rioja.
Se ha defendido la existencia de una evolución del concepto territorial de Celtiberia desde su aparición en los textos situados en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, donde presenta un contenido genérico, en buena medida equivalente a las tierras del interior peninsular, hasta alcanzar otro más restringido, en torno al Sistema Ibérico como eje fundamental; sin olvidar otras propuestas como la que identifica el territorio celtibérico con la Meseta. Es de advertir que, por tratarse de un término no indígena y debido a las aparentes contradicciones que las fuentes literarias ponen de manifiesto en su uso, se hace más compleja su valoración, lo que se evidencia en la reciente propuesta de A. Capalvo sobre la identificación de la última Celtiberia conquistada el 179 a. C. por Sempronio Graco en la provincia Ulterior.

Con todo, el teórico territorio celtibérico definido por las fuentes literarias viene a coincidir, grosso modo, con la dispersión de las inscripciones en lengua celtibérica, en alfabeto ibérico o latino. Asimismo, se constata la existencia de una onomástica particular restringida a la Celtiberia que conviviría con otra de ámbito más general, también de tipo indoeuropeo, extendida por el Occidente y el Norte peninsulares.

Por lo que respecta al registro arqueológico, ofrece, a la par que información sobre la Celtiberia y los Celtíberos de época histórica, la posibilidad de abordar el proceso de formación y evolución de la cultura celtibérica, fenómeno que remite a los siglos anteriores a la presencia de Roma en la zona y se enmarca en los procesos de etnogénesis registrados en la Península Ibérica a lo largo del primer milenio a. C. La secuencia cultural del mundo celtibérico ha sido establecida a partir del análisis del hábitat y las necrópolis, así como del armamento y el artesanado en general, integrando las diversas manifestaciones culturales celtibéricas. No obstante, se debe tener en cuenta la diversidad de áreas que configuran este territorio y, a menudo, la dificultad en la definición, así como el dispar nivel de conocimiento de las mismas. La periodización propuesta -que intenta adecuar la compleja realidad celtibérica a una secuencia continua y unificadora del territorio celtibérico- ofrece cuatro fases que abarcan desde el siglo VIII al I a. C.: Protoceltibérico, que se inicia en los siglos VIII-VII a. C.; Celtibérico Antiguo, que abarca entre mediados del VI hasta los comedios del V a. C.; Celtibérico Pleno, que se extiende hasta finales del III; y, por último, el período Celtibérico Tardío, que se extiende hasta el siglo I a. C., diferenciándose al tiempo distintos grupos o territorios de marcada personalidad cultural y étnica, correspondientes al Alto Tajo-Alto Jalón, al Alto Duero, a la Celtiberia meridional y a la margen derecha del valle medio del Ebro.

La continuidad observada en el registro arqueológico permitiría, pues, la utilización de un término étnico desde el período formativo de esta Cultura, a pesar de las dificultades que en ocasiones conlleva su uso para referirse a entidades arqueológicas concretas, en especial si remite a los momentos anteriores al de su creación -y utilización- por parte de los autores grecolatinos, como ocurre en el caso que nos ocupa. De esta forma, resulta adecuado utilizar el término celtibérico referido a un sistema cultural bien definido, geográfica y cronológicamente, que abarcaría desde el siglo VI a. C. hasta la conquista romana y el período inmediatamente posterior. Sin embargo, aunque no tenemos la completa certeza de si existieron grupos étnicos que se reconocieron como celtíberos en momentos previos a la configuración de la Celtiberia y a su mención por las fuentes escritas, hay suficientes argumentos de índole arqueológico que apuntan en esa dirección, estando aún por establecer desde cuándo puede determinarse la configuración de realidades étnicas del tipo de las de los Arévacos, los Belos o los Pelendones. En todo caso, resulta evidente que esos «Celtíberos Antiguos», sin corresponder exactamente con los Celtíberos que aparecen en las fuentes literarias a partir de finales del siglo III a. C., al menos por lo que se refiere a la realidad étnica, constituyen sin duda su precedente inmediato.

FUENTE: http://bellumnumantinum.blogspot.com.es
         http://es.wikipedia.org/wiki/Celt%C3%ADberos