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martes, 16 de abril de 2013

LOS OLCADES

Sobre el siglo VI a.C. Los Olcades, un pueblo indoeuropeo, se asientan sobre la zona  conquense de la Manchuela en sureste de la provincia  y limítrofe con las provincias de Albacete y Valencia. Por estas tierras pasó también Aníbal el 220 a.C. en su expedición desde Cartago Nova a Salmántica y Arbocala. La romanización total de esta zona sería sobre el año 179 a. C. por Tiberio Sempronio Graco.
El origen étnico de los olcades parece claramente indoeuropeo, aunque de los pueblos del centro, debió ser uno de los más influidos por la floreciente cultura ibérica. No olvidemos la horizontalidad de su territorio y lo fácilmente transitable del mismo.
Según el historiador Polibio ocupaban el territorio que se extiende desde el nacimiento del río Tajo hasta el nacimiento del río Guadiana.  Si nos atenemos a lo dicho por Polibio, (historiador y geógrafo griego al servicio del general romano Escipión) así como por otros historiadores latinos, en diversas referencias hechas sobre la tribu en cuestión; la provincia de Cuenca se encuentra en territorio de los Olcades; los cuales abarcaban también parte de las actuales provincias de Albacete, Valencia y Teruel.
La estructura socioeconómica y la mentalidad de estas gentes se puede caracterizar, por poseerun patrón de asentamiento   jerarquizado, marcado por la interdepencia económica entre ciudades, aldeas y castillos. Su urbanismo interior aún no respondería a una planificación consciente, pero se habría dotado de sistemas de fortificación defensivos.
Ello conduce a pensar que tendrían lugar situaciones de confrontación armada con relativa frecuencia. Se trataría de comunidades uniformes entre sí en cuanto a la estructura social y las costumbres y modos de vida cotidianos, pero con identidades políticoterritoriales diferenciadas.
Partiendo de una base económica agropecuaria de explotación intensiva, llegaron a desarrollar un alto grado de especialización artesanal (producían cerámica de muy diversos tipos, textiles, ofebrería, armamento de hierro…). Se organizaban internamente de forma jerárquica con un modelo de los denominados “jefaturas complejas” controlado por un estamento nobiliar de carácter guerrero. Hacia el s. I a. C. asumen la escritura ibérica con adaptaciones al sistema fónico celtíbero, apareciendo los primeros textos en esta lengua en las terseras de hospitalidad  halladas en algunos yacimientos.
Su población, vivía dispersa en numerosos, aunque reducidos, poblados, vici et castella, pequeñas aldeas y torres para su defensa. El carácter reducido, numeroso y estacional de estos poblados fue la causa de su frecuente desaparición a lo largo de la historia. Son poblados en llano, sitos en el sector endorreico, caracterizado por las inundaciones ocasionales y la composición salina del suelo. La superficie media de los asentamientos ronda los 581 metros cuadrados y son de carácter funcional, propio de la temporalidad de su ocupación que quizá fuera estacional. Se localizan en las zonas más fértiles y asequibles del territorio, aprovechando cursos de agua estables y manantiales, dominando un valle o paisaje abierto.
Estos pequeños asentamientos situados en terreno llano o en planicies, se encuentran en dependencia directa de un poblado de altura que centraliza el poder: Segóbriga, Valeria y otros de ubicación incierta.
Estas zonas, en las que la ganadería tendría un papel importante, contribuirían a su vez a la iberización de sus vecinos celtíberos, con los que limitaban por el norte, y de los carpetanos, por el oeste. La procedencia étnica de los olcades parece local, a juzgar por la tradición de su sustrato, pero su nombre, relacionable con el de los celtas volcos, permitiría pensar en un proceso de celtización, al menos parcial, paralelo al de la predominante iberización cultural. Pero falta documentación lingüística, por no existir escritura hasta la romanización.
Los Olcades, serranos, tenían su principal ciudad, Cartala o Althea situada, según muchos historiadores, cerca de Alconchel.
Los olcades, vestidos con áspera lana, semejaban en su aspecto, cabras salvajes. Sus curiosas costumbres asombraron a los romanos, especialmente la de utilizar los orines para lavarse el cuerpo y los dientes. Su economía prioritaria estaba basada en la agricultura, y algo de ganadería.