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lunes, 15 de abril de 2013

LOS VACCEOS

Los vacceos se asentaron en las tierras centrales de lo que hoy es Castilla y León en el siglo VI antes de Cristo, cuando los astures y los cántabros lo hicieron en el norte, los celtíberos en el este y los vetones en el sur.
Sus orígenes hay que buscarlos en la cultura de Hallstad, procedentes de Europa central.
Los vacceos fueron una de las primeras poblaciones, tal como hoy las conocemos, asentadas en la totalidad de la provincia vallisoletana y gran parte de la meseta Norte. Corría el siglo III a. C. y formaban una sociedad agrícola y pastoril que vivía del intercambio de productos.
 Fueron un pueblo de granjeros que se dedicaron principalmente al cultivo de  los cereales, donde se cultivó fundamentalmente el trigo y la cebada, eran viticultores, es decir, que se dedicaban también a la plantación de viñas  y a la ganadería ovina, según demuestran los diferentes hallazgos encontrados en muchas de sus poblaciones. Su agricultura fue de tipo colectivista, es decir, basada en la propiedad colectiva, y la ganadería era trashumante.
Respecto al sistema colectivista agrario, Diodoro de Sicilia escribe lo siguiente: el más avanzado de entre los pueblos vecinos a éstos (los Celtíberos), es el conjunto de los llamados Vacceos: pues éstos, cada año, distribuyen la tierra arable a los labradores, y poniendo en común sus frutos, entregaban a cada uno su parte, y a los labradores que se apropiaban de alguna parte para ellos mismos, daban la muerte como castigo.
Este sistema agrícola hizo que la sociedad vaccea se viese libre del mal endémico del momento, el bandolerismo que alcanzó altas cotas entre sus vecinos, siendo los vacceos objeto preferido de razzías y correrías. Lo que nos pone de relieve la excepcionalidad del pueblo vacceo dentro del conjunto de los pueblos prerromanos de la meseta durante la edad del hierro.
Era un pueblo celta o anterior a los celtas, volcado en la agricultura, que al final acabaron adquiriendo la cultura de los íberos. En una agricultura extraña en la que las tierras no eran de nadie en particular, sino de todos. Una agricultura comunitaria. Ninguno tenía las mejores tierras ni las peores. Cada año, tras sorteo, cada familia cultivaba las señaladas por la fortuna y llegada la cosecha depositaba lo recogido, sin quedarse un celemín, en un granero comunal, en un pósito, en una silla - salvando las distancias-, desde la que se procedía a redistribuir el grano según cada quién y sus necesidades.
Gente que peleaba a caballo y que desde la entrada de Aníbal lo hizo continuamente contra los romanos, hasta ser sometida; que se sublevó contra ellos en el 56 antes de Cristo y apoyó, contra el enemigo común, contra las legiones IV Macedónica y X Gémina, a cántabros y astures en el 29 precristiano. Gente que comía sentada en círculo, alrededor de la tartera; que era gobernada por un 'concejo' de nobles y ancianos; que rendía culto a la Luna, y que llamaba a sus madres con nombres tan sonoros como Ama, Alla y Auga.
Gente que vestía capa negra de lana, porque todos sus animales eran negros: las ovejas, las pequeñas vacas, las gallinas y los cerdos; que incineraba sus muertos y que era fácilmente engañada por su sinceridad y su mantenimiento de la palabra.
Gente que ocupó un territorio que cubre toda la provincia de Valladolid y parte de las restantes de Castilla y León, excepto Soria, y sobre todo la Tierra de Campos; que tenía ciudades en Salamanca, Toro, Coca, Palencia, Simancas, o Pintia
     Según los historiadores de la época también se sabe que era un pueblo guerrero que opuso gran resistencia a los romanos. Sus miembros veneraban a tres dioses. Sobre todo a Lug, que era el Dios del comercio y de los artesanos. Con motivo de la culminación de las cosechas, en el mes de agosto, los vacceos celebraban una ceremonia de marcado carácter agrario a la que llamaban Asamblea de Lug o Lughnasadh.
La labor de los arqueólogos no concluye con la captación de nuevos datos y va más allá del traslado de los materiales para ser estudiados, pues se está acondicionando el terreno excavado con el relleno de las catas abiertas.
Las labores agrícolas actuales destrozan los restos arqueológicos, por lo que no se puede hacer un estudio detallado de la cultura de los vacceos
En las tumbas encontradas en varias poblaciones se han hallado unas dobles y otras triples, «tipología de enterramiento este último hasta ahora inédito en su configuración característica con la particular distribución de medio centenar de objetos formando una especie de frontón, con dos conjuntos más profundos y algo separados entre sí y uno superior dispuesto entre ambos a mayor altura»
Las denominadas joyas vacceas posiblemente fueron elaboradas por orfebres ambulantes “que trabajaban de acuerdo a las formas estilísticas de la zona o las demandas de los ricos, porque de lo contrario no se las adquirían. Se puede hablar por tanto hoy de una orfebrería vaccea o incluso palentina”.
En cuanto a armamento y vestimenta, Diodoro de Sicilia, por la descripción de Posidonio, nos cuenta lo siguiente: Muéstranse en la guerra no sólo buenos jinetes, sino también infantes excelentes por su empuje y su resistencia. Llevan capas negras y ásperas, de una lana parecida a la de las cabras salvajes. Algunos de los celtiberos se arman con escudos galos, otros, en cambio, llevan grandes escudos redondos del tamaño del aspis griego. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo, y cubren sus cabezas con cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan también espadas de dos filos, forjadas con excelente hierro, y puñales de un palmo de longitud, de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. (…) Y como combaten a pie y a caballo, cuando han vencido luchando a caballo se apean y, adoptando la formación de la infantería, dan combates singulares.
Según lo anteriormente visto tendremos que considerar a los vacceos como celtiberos, ya que eran de estirpe celta y de cultura más o menos ibérica.
Los vacceos, los habitantes del país de Vac-Ca, aliados a muerte, siempre, de los vecinos de Are-Vac, y de su capital, Numancia. Considerados el pueblo más culto del Noroeste peninsular, así fueron descritos en las historia de la época y así lo transmitió a la posteridad el siciliano Diodoro: «Inter finitimas illas Gentes cultissima est vaccaeorum natio». Un pueblo celta o anterior a los celtas, volcado en la agricultura. En una agricultura extraña en la que las tierras no eran de nadie en particular, sino de todos. Una agricultura comunitaria. Ninguno tenía las mejores tierras ni las peores. Cada año, tras sorteo, cada familia cultivaba las señaladas por la fortuna y llegada la cosecha depositaba lo recogido, sin quedarse un celemín, en un granero comunal, en un pósito, en una cilla - salvando las distancias-, desde la que se procedía a redistribuir el grano según cada quién y sus necesidades.
Gente que peleaba a caballo y que desde la entrada de Aníbal lo hizo continuamente contra los romanos, hasta ser sometida; que se sublevó contra ellos en el 56 antes de Cristo y apoyó, contra el enemigo común, contra las legiones IV Macedónica y X Gémina, a cántabros y astures en el 29 precristiano. Gente que comía sentada en círculo, como todavía se hacía cuando yo era pequeño en Tierra de Campos, alrededor de la tartera; que era gobernada por un 'concejo' de nobles y ancianos; que rendía culto a la Luna, y que llamaba a sus madres con nombres tan sonoros como Ama, Alla y Auga.
Gente que vestía capa negra de lana, porque todos sus animales eran negros: las ovejas, las pequeñas vacas, las gallinas y los cerdos; que incineraba sus muertos y que era fácilmente engañada por su sinceridad y su mantenimiento de la palabra.
Gente que ocupó un territorio que cubre toda la provincia de Valladolid y parte de las restantes de Castilla y León, excepto Soria, y sobre todo la Tierra de Campos; que tenía ciudades en Salamanca, Toro, Coca, Palencia, Simancas, o Pintia