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lunes, 15 de abril de 2013

--- Septimanca

El origen de Simancas es antiquísimo, relacionado con el pueblo vacceo, y su desarrollo hay que ligarlo a río Pisuerga donde se asienta, pues desde tiempos romanos era lugar de defensa del puente que cruzaba este río.
 Antonino – en el siglo III d.C.- cita la poblacióbn de Septimanca dentro de la denominada calzada Oceloduri-Cauca, o también Vía del Duero. Los vacceos a llamaban Sentencia.
 Se ha identificado Simancas con la antigua Septimanca, Sepmánica o Sentimanca ha sido gracias al propio Itinerario y a los trabajos arqueológicos acometidos en este municipio desde los años 30 del siglo pasado. Pero la ocupación del cerro que preside el  río Pisuerga y su posterior confluenciacon el Duero, hay que buscarlo en épocas anteriores a la romanización del territorio peninsular. Será el pueblo Vacceo quien colonice este promontorio al menos desde el siglo IV a.C. con una clara intencionalidad de permanencia, buscando para la ubicación de su núcleo urbano un lugar elevado de fácil defensa bien abastecido de recursos hídricos y arbóreos.

Tradicionalmente se denomina como oppidum a este tipo de ciudad en altura, nomenclatura utilizada por Julio Cesar a la hora de describir los poblados fortificados que encontró durante las guerras de conquista que llevó a cabo en la Galia entre el 58 al 50 a.C. La presencia del pueblo prerromano de los vacceos en Simancas ya fue rastreada en 1949 rescatando unos pocos fragmentos cerámicos durante las obras de trazado y excavación de las zanjas en unas obras. En 1965 se llevaron a cabo las intervenciones arqueológicas en las inmediaciones del Cerro de las Perdigueras, en el llamado Huerto de los Frailes por el arqueólogo vallisoletano Federico Wattenberg, Los resultados de los trabajos arqueológicos efectuados por Wattenberg en Simancas quedaron reflejados en la publicación “Estratigrafía de los cenizales de Simancas (Valladolid)”. En ellos se documentaron 10 niveles de vertidos procedentes del poblado vacceo donde se recuperó un importantísimo lote de cerámicas adscritas a este periodo conocido como la II Edad del Hierro.

La excavación de los cenizales puso en sintonía los descubrimientos hechos por Pedro de Palol y el propio Wattenberg en el yacimiento del Soto de Medinilla años atrás, donde se exhumaron los restos de un poblado adscrito a la I y II Edad del Hierro con materiales arqueológicos muy similares a los recuperados en Simancas. El utillaje cerámico del pueblo vacceo se caracteriza por el uso del torno alfarero –como innovación tecnológica respecto al periodo anterior- a la hora de elaborar una extensa tipología cerámica que nos acerca a sus usos y costumbres, aunque sin abandonar la elaboración de piezas modeladas a mano –esto es sin ayuda del giro del torno- que decoran profusamente con estampillas y decoraciones incisas hechas con pequeños peines dotados de finas púas. Los barros torneados suelen ofrecer tonos rojizos y anaranjados con decoración pintada a base de semicírculos concéntricos de color rojo y vinoso, bandas paralelas y ondulaciones, formas animales –prótomos de caballos, diferentes especies de peces, aves etc.- o zoomórficas, combinando en este último caso figuras animales de serpientes y lobos. Su significado mezcla lo estético con lo sincrético, definiendo verdaderos lienzos en barro donde el artesano plasmó los gustos e influencias del pueblo vacceo.
     Sempronio Rufus y sus oficiales superiores están sentados en una mesa delante de una posada en Rauda, ​​mirando mapas. El ejército ha marchado aquí a modo de Andelo, Calagurris, Numancia y Uxama, siguiendo la margen derecha del río Dorius para la última parte del viaje.
Al reflexionar sobre el próximo movimiento algunos exploradores de caballería regresar de un empujón hacia Septimanca. La ciudad fue asaltado y capturado por los rebeldes hace dos semanas. Los colonos sufrieron bajas considerables, aunque no al por mayor masacre tuvo lugar.
 Atacada por Sempronio Urgulanius los lugareños ofrecieron resistencia librando una fuerte batalla y luchando encarnizadamente contra los romanos hasta que por fin fue destruida, asolada, arrasada e incendiada.
De acuerdo con la gente del pueblo que queda, el enemigo prendió fuego a varias partes de la ciudad, y luego se retiró a lo largo de la carretera hacia el sur, dejando Septimanca sí mismo el día 11. Su fuerza estimada fue de unos 20.000 soldados de infantería y una caballería de unos cientos.
Todas las fábricas son destruidas en Septimanca. Todos los esclavos de las fincas en Septimanca han escapado (sin ingresos hasta que sean sustituidos). La ciudad  sufrió un 80% de daño y no se recuperará sin un pago inicial de.15, 000 Dinares, después de lo cual será restaurada a una tasa mensual de 10%..